Mi historia: del miedo al parto a convertirme en doula

"Tú no eres un delfín", me dijo mi ginecóloga cuando le conté que quería un parto en agua.

Esa fue la última vez que la vi.

Esta soy yo. Neri Fernández con 8 meses de embarazo y mucho por aprender sobre mí en esta etapa.

En 2011, trabajaba 10 horas al día en un banco, con 8 meses de embarazo y una ginecóloga que se reía cada vez que mencionaba mi deseo de tener un parto natural y respetado. Estaba llena de dudas, de miedos... y completamente desinformada sobre el embarazo y el parto.

Mi hijo Ian llegó sin estar planeado. Lo amé desde el primer latido que escuché. Pero el miedo no desaparecía. A pesar de sentirme profesionalmente exitosa, en cuanto a maternidad me sentía perdida. Y lo peor: sentía que nadie escuchaba lo que yo necesitaba como mujer embarazada.

Busqué apoyo en la ginecóloga de una amiga. Ella había tenido una cesárea programada, y eso era justo lo que yo no quería. Desde pequeña usé medicina homeopática, nunca me gustaron las inyecciones, y me aterraba la idea de entrar a un quirófano. Solo quería un parto fisiológico, sin intervenciones innecesarias. Como el que tuvo mi mamá. Como el que presencié a los 9 años cuando nació mi hermana.

Soñaba con un parto en agua, con movimiento, en calma, en conexión. Pero cuando se lo conté a mi ginecóloga, me respondió con una sonrisa burlona:"¿Tú? No eres un delfín."Y en ese momento supe que tenía que buscar a alguien más.

Encontrar el camino correcto

La vida te pone señales cuando tomas una decisión con el corazón. La agente de seguros de mi trabajo me habló de una mujer que había tenido un parto en agua en la Ciudad de México, y me dio el contacto de su médico. Fui a consulta ese mismo día.

El ginecólogo me atendió después de una hora y media (estaba asistiendo un parto). Y al fin, alguien me escuchó. Me habló de dejar que el bebé naciera cuando estuviera listo, de usar la tina como anestesia natural, de evitar la episiotomía, de moverme libremente. Salí flotando. Por primera vez, sentí que era yo quien decidía cómo quería vivir mi parto.

Aprender a confiar en mi cuerpo

Él mismo me recomendó tomar un curso de preparación al parto con una educadora perinatal. Así conocí a Mireille. Con ella aprendí que el parto es un proceso natural, que los bebés saben nacer, y que nuestro cuerpo está diseñado para ayudarles. Aprendí sobre contracciones, señales de alerta, cómo respirar, cómo amamantar… y también descubrí qué es una doula.

Le pedí a Mireille que me acompañara en el nacimiento de Ian.

Gracias a su guía, viví las primeras contracciones en casa, con mi pareja, en la regadera. Llegué al hospital con 8 cm de dilatación. Sin anestesia, con su apoyo y sus palabras, respirando cada contracción, me sentí fuerte. Cuando nació Ian, lo pusieron directo sobre mi pecho. Fue poderoso. Fue mío.

De madre acompañada a doula

Después del parto, viví una etapa difícil. Tuve depresión postparto, como muchas mujeres, pero nunca me sentí sola. Siempre podía marcarle a Mireille y encontrar una palabra de apoyo, un consejo, un abrazo telefónico. Y ahí supe lo que quería hacer por el resto de mi vida: acompañar a otras mujeres en su camino hacia una maternidad más amorosa, más informada, más humana.

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En 2015 me certifiqué como Educadora Perinatal y Doula en la Universidad La Salle.

Desde entonces, he acompañado partos y cesáreas en hospitales públicos, privados y en casa. He enseñado preparación al parto a cientos de familias. Y he aprendido que no existe una sola forma de nacer, pero sí hay una forma respetuosa y amorosa de acompañar a cada mujer, pareja y bebé en su camino.

¿Qué deseo para ti?

Que vivas tu embarazo y tu parto con información, con libertad y con confianza. Que puedas tomar decisiones desde el amor, no desde el miedo. Y que encuentres a las personas que te hagan sentir escuchada, validada y fuerte.

Soy Neri. Yo te acompaño.

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